Autor: RAYMOND TORRES elpais.com 22 MAYO 2016
Thursday 26 May 2016, by Carlos San Juan
Tampoco se pueden descartar nuevas tensiones en la zona euro —por ejemplo en julio próximo cuando se evalúe la oportunidad de un nuevo rescate a Grecia— y que podrían repercutir sobre las primas de riesgo de países de la zona euro como España. Todo ello encarecería el servicio de la deuda, justo cuando el debilitamiento de la economía mundial ensombrece las perspectivas económicas. Existe pues el riesgo de una espiral de la deuda.
Ahora bien, en algunos casos el endeudamiento puede servir para fortalecer el tejido económico. La inversión pública en educación, tecnología, sanidad, políticas activas de empleo, cohesión social y un sistema judicial eficaz son ingredientes importantes de la competitividad. Estas políticas conllevan un gasto que en período de crisis no es fácil financiar mediante el aumento de impuestos. Luego crece el déficit y la deuda, pero la contrapartida es una economía más fuerte que deja esperar mayor capacidad para hacer frente al pago de intereses y la amortización de bonos y préstamos.
Algo así ha ocurrido en EE UU desde el inicio de la crisis.
El American Recovery and Reinvestment Act facilitó un impulso a la inversión pública en torno a 763.000 millones de dólares, mejorando las infraestructuras después de años de descuido y ampliando las redes tecnológicas. La reforma sanitaria y la extensión de la prestación por desempleo a parados de larga duración han mejorado algo la cohesión social, aunque todavía queda mucho por hacer para reducir las desigualdades en ese país. Sin duda todo ello ha repercutido sobre la deuda pública, pero también ha propiciado la recuperación económica. La tasa de paro en EE UU se ha reducido hasta niveles anteriores a la crisis.
En España la deuda pública ha crecido con mayor intensidad que en EE UU sin que se fortalecieran en la misma proporción los fundamentos de la economía. La productividad se ha estancado, las tasas de fracaso escolar se mantienen en niveles alarmantes y la pobreza laboral está ganando terreno, merced de un mercado de trabajo polarizado y que ofrece pocas perspectivas de empleo para jóvenes cualificados.
El país se ha enfrentado a una doble crisis, la internacional y la del ladrillo, fruto de una burbuja de endeudamiento privado (de empresas y sobre todo de hogares) facilitada por el sector bancario. El estallido de la burbuja provocó una caída del gasto en consumo e inversión privada que justificaba un papel más activo del Estado para limitar el desplome de la economía. Pero la respuesta debería haber tenido en cuenta la necesaria reconstrucción de la base productiva del país.
Europa tiene algo que ver con las decisiones que se han tomado. La reducción del déficit público por debajo del 3% del PIB se ha convertido en objetivo fetiche. Pero se echa en falta un debate más estratégico. El llamado plan Junker ha permitido dar un paso en el buen sentido, pero representa apenas 21.000 millones de Euros de inversión pública, cifra muy inferior al programa americano. Últimamente la Comisión Europea parece estar haciendo más caso a la composición del déficit. Así pues, la reducción de impuestos en países con un déficit abultado no es vista con buenos ojos por parte de la Comisión, tal y como se ha podido comprobar en sus recomendaciones a varios países entre otros España. En cambio se empieza a reconocer que la inversión en políticas activas de empleo es prioritaria.
Lo que importa es el modelo productivo sobre el cual se tiene que asentar la política presupuestaria. Lo contrario es priorizar el desendeudamiento sin considerar las consecuencias sobre la economía y el bienestar.
RAYMOND TORRES ES VISITING FELLOW DE LA FUNDACIÓN DE CAJAS DE AHORROS (FUNCAS)