Kevin Drum, Sinpermiso, 08/10/11
Lunes 10 de octubre de 2011, por Carlos San Juan
Por qué los sindicatos importan: las cifras Kevin Drum
Hace unos meses escribí un artículo para Mother Jones donde defendía que el desplome de la afiliación sindical en las últimas tres décadas ha sido un factor clave en el declive de la izquierda americana durante ese mismo período. Una tesis difícil de demostrar debido a los muchos factores que intervienen. Así que a principios de esta semana me interesé por el nuevo estudio que mi colega Josh Harkison mencionaba en su artículo y en el que se cuantifica los efectos que tiene la afiliación sindical en la desigualdad de salarios utilizando un análisis riguroso del censo.
El estudio, realizado Bruce Western y Jake Rosenfeld, fue publicado este mes en American Sociological Review. Los autores utilizan un modelo que tiene en cuenta tanto la afiliación individual como los porcentajes de afiliación sindical en industrias y regiones concretas. El estudio también tiene en cuenta la educación, la edad, la etnia y el género, lo que permite estimar el efecto de la afiliación sindical entre los grupos mencionados (por ejemplo, la evolución de la desigualdad del salarial entre los titulados universitarios y quienes sólo completaron una educación secundaria) y en un mismo grupo (por ejemplo, la evolución de la desigualdad salarial del subconjunto de titulados universitarios).
Una vez completaron su modelo, Western y Rosenfeld pudieron manejar sus variables para realizar una estimación de la desigualdad salarial si la masa sindical se hubiera mantenido al nivel de 1973. ¿Y qué es lo que encontraron? La respuesta: entre los hombres, si sólo se tiene en cuenta el efecto de la afiliación sindical individual, esta desigualdad sería cinco veces menor, lo que está en concordancia con estimaciones previas. Pero si se tiene en cuenta el efecto de los sindicatos en los empleados no afiliados (que a menudo recibían salarios más altos que los trabajadores sindicados con el fin de evitar la afiliación sindical en el puesto de trabajo), el efecto es aún mayor: los niveles de afiliación sindical en 1973 reducirían la desigualdad salarial en un tercio, como demuestra el gráfico inferior. En cuanto a las diferencias en el seno de un mismo grupo (que valen prácticamente para mostrar el efecto de la afiliación en su conjunto), la línea superior muestra el crecimiento de la desigualdad salarial desde 1973, mientras que la línea roja es una predicción de cómo sería esta desigualdad si la afiliación sindical se hubiera mantenido en los niveles de 1973:
[Para ver los cuadros y gráficos des cargar el documento al final de este texto en pdf o, alternativamente, usar este enlace:]
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4475
Los efectos de la afiliación sindical en las mujeres son menos dramáticos, porque las mujeres tradicionalmente no han estado afiliadas en la misma cantidad que los hombres. Para ellas, el alto o bajo nivel educativo es un factor decisivo en el crecimiento de la desigualdad salarial más importante que la afiliación sindical. Para los hombres, sin embargo, no estar afiliados a un sindicato ha tenido un enorme impacto: “El declive del movimiento obrero estadounidense ha supuesto una creciente desigualdad en los salarios de los hombres y un incremento muy débil de los salarios de los titulados universitarios”, afirman los autores en su estudio.
La explicación de Western y Rosenfeld para este fenómeno es similar a la de Jacob Hacker y Paul Pieron en Winner-Take-All Politics, el mejor libro sobre economía política moderna del año pasado. Expresado de manera un tanto resumida, hay un efecto económico directo de la afiliación sindical en los salarios, pero también hay un efecto de los sindicatos en el sistema político que afecta indirectamente a los salarios. Western y Rosenfeld lo explican como sigue:
“[Nuestro] análisis sugiere que los sindicatos ayudaron a conformar la distribución de salarios no sólo para el conjunto de sus afiliados, sino para todo el espectro del mercado laboral. El declive del movimiento obrero estadounidense y el incremento, asociado a él, de la desigualdad salarial, señaló el deterioro del mercado de trabajo como institución política... La despolitización del mercado de trabajo estadounidense es un proceso que se refuerza a sí mismo: a medida que el poder político del movimiento obrero se disipa, los intereses económicos del mercado de trabajo se dispersan y los legisladores tienen menos incentivos a la hora de reforzar a los sindicatos o, del mismo modo, en igualar las recompensas económicas.
… [antes de 1973] los sindicatos ofrecieron una alternativa a la lógica de mercado desembridada, y esta alternativa institucional empleó a un tercio de todos los trabajadores masculinos del sector privado. La experiencia social del movimiento obrero arrastró a los sectores del mercado de trabajo en los que no operaban los sindicatos, contribuyendo a una mayor igualdad. A medida que los sindicatos entraron en declive, no sólo la lógica de mercado traspasó los límites de lo que habían sido los sectores con mayor afiliación sindical, sino que también penetró profundamente en todos los sectores con trabajadores sin afiliar, contribuyendo a un incremento de las desigualdades salariales.”
En otras palabras, el desplome de las tasas de afiliación sindical han permitido que la desigualdad salarial crezca en parte debido a que los sindicatos negocian salarios para menos gente que en el pasado, y en parte porque los sindicatos hace tiempo que dejaron de tener el poder para forzar al sistema política a prestar atención a las necesidades de la clase media. Pero si la desigualdad salarial ha se reduce para que los salarios de la clase media crezcan, entonces esta robusta clase media es uno de los principales sostenes del proyecto neoliberal, y entonces nos encontramos ante un problema. Los sindicatos de masas tal y como los conocimos desaparecieron y no parece que vayan a volver. Esto significa que todavía necesitamos algo que ocupe su lugar y todavía no lo tenemos. Y hasta que lo tengamos, la izquierda va a tener que remar duro.
Kevin Drum escribe en Mother Jones
Traducción para www.sinpermiso.info: Àngel Ferrero
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Mother Jones, 5 de agosto de 2011